Hasta anoche, no había soñado contigo desde que te marchaste
al cielo para dormir entre las nubes.
Intento salvarme entre pinceles,como hacías tú, entre blogs de dibujo, y cartas sin
correspondencia, y es que no se a cuál de todas las estrellas enviársela.
Pero te sigo escribiendo, quizás dentro de algunos años todas
estas cartas acaben en un cajón de algún mueble malgastado por el tiempo...
Anoche soñé contigo, y ya no me asusta, saber que el único
modo que tengo de verte es en mi imaginación, en mi subconsciente. Al fin y al
cabo lo real sólo sirve para confundir, para consumirnos, pero sólo uno mismo
sabe lo que hay en su interior, y eso queda ahí guardado para siempre, y ahí se
que estás tú, se te voy a poder encontrar cada vez que te necesite.
Estabas agachada abriendo una de tus cajas, en las que
guardabas todos esos botes de pintura, y tus pinceles. Yo te decía que gracias
por haber vuelto, que te había echado mucho tiempo de menos. Pero que ya no me
importaba nada, por que estabas ahí, a unos metros de mí.
Te dije que si me podías ayudar con un dibujo que tenía para
clase, cogí tu estuche metálico con carboncillos, y entonces nos pusimos a
dibujar juntas, pero la hoja de dibujo seguía en blanco.
Me desperté, y ahora estoy escribiéndote otra carta.
Sólo quería decirte que vuelve pronto.