Cuando el comienzo del año empieza en invierno, cuando el frío
resulta imposible de comprender, cuando se queda guardado bajo la piel.
Cuando se duerme dentro de nosotros plácidamente junto al
miedo, de vivir.
Cuando todo empieza por el dolor, y te das cuenta de que
tiene que ir floreciendo poco a poco, quizás como la primavera, cuando la
niebla se transforma en el color rojo, pero un rojo bonito, apagado.
Cuando te hundes porque crees que todo resulta más fácil,
supongo que ahí es donde nadie te oye, y por eso permaneces ahí, oculto entre
ti.
Pero la vida no sólo es otoño, y eneros que marcan. Supongo
que tampoco lo es la primavera, ni las bellas teclas del piano, ni tampoco los
restos del color azul arándano de tus pinceles.
La vida comienza por no ser evadida por todo ello, ni por mi,
y digo que comienza en invierno para que el día que sepamos que también tenemos
una pequeña luz, algo que da calor dentro de nosotros, comprendamos a vivir
contra todo eso, contra nosotros mismos.